domingo, julio 03, 2011

viernes, junio 17, 2011

El del señor del bigote

Sophie tenía preparado en su desktop, o más bien, en su escritorio de madera oscura, repleto de libros y discursos por leer, así como personas por amar, un bello y mediocre relato sobre unos puntos suspensivos que malgasté alguna vez.
Pero hoy no escribiré. No quiero. Os dejo con un dibujo que hice mientras escuchaba esta canción, que demanda ser cuasi juzgado y que me he atrevido personalmente a titular porque fui yo quien lo hizo: 

"Aquello que Sophie piensa que son las grandes mentes humanas"





sábado, junio 11, 2011

Réquiem de una tarde sin oído derecho


Recordé aquella etapa lejana sumergida en la metafísica y la ilusión de la eternidad del espíritu, cuando coincidía a propósito con las mentes que me deslumbraban creando la casualidad del mundo, la suerte y el destino. Soñaba con personas que jamás conocí y que mi subconsciente inventaba para justificar una ilusión consciente y despierta. Me escondía debajo de la cama para empujar los sueños hacia arriba y más de una vez no lo logré, me esforzaba más que ahora quizás. Los años duelen y el cuerpo también.


Recordé también aquella amiga que me despertó, que me sacó a la calle y que me dijo: “mira, la casualidad está allí. Llámala.” Siempre le agradeceré a la chica del pelo rubio, siempre tendrá mi lealtad. Pero la casualidad no ha evitado que siga sufriendo ataques de pánico, que los desajustes me trasladen a un mundo desesperante lleno de espirales donde yo misma me enredo, y donde allí no existe la consecución: tan sólo hay fatalidad. Fatalidad en lo simple y llano, en las almas que poco me importan y todo me influyen, en las profundidades de lo vacío... Tengo ansiedad y sed, me sigue doliendo el cuerpo y sólo funciona mi oído izquierdo.

Recordé más tarde las manos de la verdad que pusieron delante de mi, camufladas con papel y letra, pero fácilmente reconocibles. Trajo consigo un lago, una ciudad pequeña con canales y paseos, un dragón... y miles de tardes perdidas al sol. Mientras recuerdo, logro sentarme en unas plateas con asientos de madera oscura y tapiz borgoña, con los ojos abiertísimos y pestañas cósmicas, y me dispongo a ver mi propia vida en escena, me vuelvo espectadora de personajes primarios, secundarios e invisibles, de los inicios, intermedios y finales. Me gusta leerme y buscar los significados que yo misma creo.
Recordé... 
Todos y cada uno de los momentos malos porque me gusta repasarlos. Visioné los que vendrán, pero no logré alcanzarlos. Tampoco me importa. Me encanta cuando empieza la fusión, y cuando acaba, porque vuelve a empezar.






domingo, mayo 29, 2011

Declaraciones de un artista desterrado


"¿A alguien importa, acaso, donde van los rayos de sol? ¿Y entre tanto confabulador deprimido... dónde están las historias reales? A más de uno veo con ganas de morir antes de tiempo nena, antes de que ellos mismos conozcan la hora de su sentencia. Ven restricciones en cada paso que dan los pies del universo, y sus corazones aun guardan sitio para algo peor. Han contaminado cada estela de felicidad espontánea, simple y pequeña, con auras de denigración emocional, han ultrajado aquel don llamado vivencia y lo han cambiado por un sufrimiento silencioso y disfrazado de elocuencia, porque no son capaces de vivir una historia sin pensamientos cobardes. Ellos coexisten. A mi me llaman idealista, pero en realidad ellos lo son. Se disfrazan de espíritu crítico y así idealizan pésimamente un mundo que no existe, que se inventan para justificar su falta de valor y sangre, para sacrificar a quién se ponga por delante y convertir en mártires a todo y a todos. Han convertido todos los libros y las flores en pesadillas que no les dejan dormir tranquilos. Sienten picor que no pueden rascar, y no son capaces de ver a sus espaldas. Algunas almas tampoco lo son, pero no les importa, conocen cómo funciona en realidad el dolor. Mira querida, esa gente tiembla y siente miedo de sus sombras, porque no se fían de la luz, ni de la suya propia, y quienes no creen en la luz no conocen la virtud, eso de lo que Nietzsche tanto hablaba.  No hago alusión a luces celestiales, sino a caminos que se abren con el resplandor de las almas y espíritus valientes, que jamás creerán en la calamidad del mundo entero, puesto que aunque la ven, también saben soñar. A algunos les avergüenza decir esa palabra, se sienten ridículos. ¿Acaso eso ya no lo explica todo? Yo los he oído reír, ¿sabes? Y no pueden hacerlo de verdad. Aquellos a los que no les importa donde va el sol, porque no lo ven. Y si algún día les importa, será porque sus pupilas se engrumecerán con la crueldad de la tormenta donde no saben moverse, no encuentran valentía.
Te hablo de dos tipos de personas. 
Quienes están seguros de su virtud, sabrán apreciar en todo caso lo que vale una gota de lluvia y un rayo de luz. Los que no, podrán verlos, pero nunca podrán serlo. Y eso es lo que quería decirte.

John B. "Sunshine" escribió estas declaraciones en mi Moleskine la madrugada del 17 de Agosto de 1995. A la mañana siguiente, John se marchó. 

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viernes, mayo 06, 2011

La señora de la calle que me habló sin voz



Imaginé que:
"Una señora me dijo por la calle que mi profesora era formidable y que su única y sabia lección me la enseñaría tras la prueba. En ese momento me sentí en un pequeño grupo de privilegiados que aprovechan la vitalidad que la propia conciencia da, sin rodeos, que nace de la lucidez de una mente completa. Mi profesora la desconozco en su totalidad, pero puedo intuirla. Vosotros tenéis la vuestra propia. Consecuentemente de cierta luminosidad emocional y racional me siento parte de muchas ciudades, me emociono y apasiono con la autenticidad de éstas. También me pasa con las palabras, y la lista de libros que tengo por leer. En general, me pasa con todo. Siento miles de voces cantándome al oído, ya os lo dije una vez, a veces las distingo pero otras tantas me confundo. En fin, ¿quién sabe cual es mi naturaleza más que ella misma? No tengo dudas. En la reflexión de los ecos se escucha la tenue voz de la inteligencia intuitiva, aquella que los apagados callan con sus propios dedos.  Esta intuición trae luz, luz que inspira y grita a Dioses y demonios, que aplasta criterios y crea nuevos seres.
Y yo llevo días atemorizada pero escuchando un latido de fondo, por aquel mensaje de la señora de la calle, y por el mismo que esas palabras desprenden sin quererlo, y de ahí otros, y todos lo que quiera escuchar, todos los que pueda inventar, pero tan sólo uno que puedo intuir y no conozco. Eso significa que no lo veo, que no lo escucho, que únicamente lo respiro en soledad. Aquello que si se dice desaparece, que si se explica no se entiende y que si se pasa se congela. Eso es lo que creo que me hizo la señora de la calle, me regaló la palabra intuición.
Pero fue sólo mi imaginación.


miércoles, abril 13, 2011

El primer hombre que no-fue al espacio

*** 

No entiendo ciertamente donde esta el espacio. Una vez me contaron aquella historia del señor que fue a un lugar cercano a la Luna, y yo me pregunto muchas veces de qué tipo de trivialidades me están hablando.  “El primer hombre que fue al espacio fue un tal Teodoro Bolomeo, un campesino de la selvática frontera con la playa sureña con tres filas de pestañas azabaches. Su viaje fue bastante intrépido, sí, así lo fue, pues no poseía herramientas, frascos de cristal, polvos o fórmulas. No era dueño de nada. Tan sólo de unos diez o doce amuletos que colgaban de su cuello, entre ellos una dorada jirafita de un pulgar de alto y un caballito de mar que apenas dejaba ver su natural reflejo color oro. El día del viaje comenzó cuando se tumbó con toda su vida a cuestas en la maloliente cama de su roñosa choza, que alguna vez había sido blanca, redonda y con techos de paja. La cama colgaba del árbol que cimentaba el hogar, una gran ventaja científica a la hora del despegue cósmico. Quiso que todo aquel peso vital se evaporara como por arte de magia y llenase de aire las hojas de su árbol, y quedarse seco, inmóvil y en paz. Teodoro Bolomeo se fue buscando las estrellas y la luz, y fueron ellas mismas el motor del vehículo. Sus párpados funcionaron como protectores de su única y maravillosa virtud: la templanza. Su quebradiza alma fue la irrompible coraza contra el aire del planeta, contra las voces sin eco. Nadie supo bien cuanto tiempo duro su viaje. Para muchos de los vecinos, no fue más que una fiebre. Para otros, tan sólo unas siestas con embrujo. Para Teodoro Bolomeo, había significado su renacer, y el día que tocó las estrellas unas de ellas le susurró: “No eres el primer hombre que llega hasta aquí, pero mereces que te honre cada vez que descubras tu soledad”. Todo lo que pasó después quedó sellado en Teodoro Bolomeo y el espacio, el resto son meras trivialidades. Así es como sabrás lo que significan.
Es probable que el primer hombre que fue al espacio no se merezca una vida en solitario, ni mucho menos, una muerte en soledad. Nadie se preocupó jamás por sus reumáticos huesos, sus explosivos y ardientes pies, su llanto mordido y ahogado en la almohada, o sus sueños nocturnos con el amor. Pero el primer hombre que fue al espacio fue una vez digno de las estrellas, de la honradez y de al menos, su autocompasión.
A partir de ese momento, en las noches que Teodoro Bolomeo se sintió solo, las estrellas le honraron luz.”  


*** Elprimerhombrequenofuealespacio Art y algunos libros de mi biblioteca personal



domingo, abril 10, 2011

La historia de la escalera y el abstracto que me entendió

Era la mañana del 30 de Abril. Un pájaro azul entraba por mi ventana cuando en un instante el tiempo se detuvo y tuve un momento de mi vida para muchas cosas. Atravesé el pasillo que separa el lago de los derrotados y la montaña blanca, y tomé camino hacia aquella escalera que logré divisar desde la lejanía. Era una escalera enorme, con miles de escalones de una gruesa y agrietada madera llena de húmedos recuerdos. Del otro lado había una infinita y escuálida columna de liso roble sosteniendo cientos de pasos aplastados, que alguna vez fueron mágicos árboles llenos de vida; y parecía que todo se movía, que todo era tremendamente frágil, pero nada hacía caer aquella cosa. Yo sabía todo eso, pero no tengo ni idea de qué dejé atrás. Empecé a escalar con mis uñas, dedos y rodillas, pues como sabrás, soy tremendamente pequeña. Quise contar los saltos que tardaría pero mis ojos me lo impidieron, sólo podría mirar hacia arriba. Creo que nada pasó, pues no conocía el tiempo en aquel momento de mi vida para muchas cosas. Enseguida llegué. Mi corazón sintió que fue fugaz, y mi tiempo se midió en gotas. Llegué a la cima y me senté. Fue el único momento en el que pude mirar hacia abajo: una montaña de antiguos libros alineados y apilados a la perfección eran mi silla, mi enorme y alta silla. La escalera se había ido, todo era naranja, y supongo que todo esto es una especie de sueño, pero eso sucedió un 30 de Abril de mi existencia. Allí me quedé hasta que abrí los ojos al sol.

Creo que algo se detiene cada vez que recuerdo aquella fecha. El tiempo decidió por mi y yo me puse a contemplar mi vida. Lo vi todo desde allí: mis canciones, mis almohadas, mis aeropuertos y voces, mis almas… Fue uno de esos momentos en los que todo queda establecido,como ya me había pasado tantas veces, cuando no se puede decir qué ni cómo. Cuando el tiempo volvió a mi vida el pájaro azul entró finalmente en mi habitación, me invitó a tomar un té, y me dijo un secreto al oído: “El pájaro azul vuela alto sobre el negro mar”. 
Eso sucedió un 30 de Abril.

Los dibujos son de mi colega y artista Juan, quien increíblemente, ha entendido mi historia y la ha hecho suya en unos dibujos. 
A él, infinitas gracias. 

domingo, marzo 20, 2011

El día que Francisca Revolta dejó de dormir

 "Francisca Revolta soñó  aquella noche que se casaba. Sintió tal escalofrío entre las sábanas que las grandes marismas donde sus sueños solían estar se convirtieron en un pasaje desolado y terrorífico. Empezó a ser consciente de cuando la vigilia entraba en su cabeza. Dejo de tener días y noches, despertares, sustos y espasmos. Todo se convirtió en un limbo blanco y extenso rodeado de algodones impolutos. No podía mover el cuerpo mientras se figuraba entrando a la iglesia del brazo de su padre, sudando del ardor que tenía en el estomago, y rogando a su pobre mente que le impidiera mirar hacia abajo, ver su vestido de novia. Si llegaba a verlo, moriría al instante, de eso iba el viejo cuento de las viejas y esotéricas señoras del pueblo. Pasó cuatrocientas cincuenta y dos noches sin dormir, en un limbo de infortunios donde sus pensamientos era cada vez mas lúgubres, prohibidos y dominantes. Francisca Revolta murió a los 19 años de edad, probablemente por insomnio letal, pero se le diagnosticó muerte por amor. Su familia la enterró al lado del viejo sauce donde pasaba horas empeñada con el sol y la lluvia, y donde ella misma había enterrado a los trece gatos y cuatro perros que tuvo durante toda su infancia y adolescencia precoz. 
No pudieron hallar jamás al brujo que introdujo en sus sueños el malestar de un matrimonio pactado e inexistente, su madre asegura que una maldición cayó en su casa el día de fin de año. “Nunca pudo amar a nadie más que su primo Maximiliano, por eso se volvió loca”. La triste historia de Francisca Revolta fue tan angustiosa como patética. Se percató de su soledad a los siete años, cuando le hablo al oído a su padre y este no sintió siquiera su respiración. El día de su muerte, todo el pueblo envuelto en soledad lloró. Nadie le quería, pero todos ya la extrañaban, todos estaban realmente solos. Sumergidos en la hipocresía y en la triste realidad, Francisca Revolta fue una mártir que dio cabezazos a los ateos del Dios amor, el cielo lloraba por las almas. 
Cuando Francisca Revolta dejó de respirar, millones de pequeñas florecillas color malva comenzaron a llover sobre el pueblo, llenando todo de un aura celestial y purpura… todo se sumergió en un profundo y letal silencio ensordecedor."


jueves, febrero 24, 2011

La carta que Babilonia dejó a Arquímedes

*Copia borrosa de la carta de Babilonia

Esta es la carta que encontré casi rota en la puerta de mi casa:

"Querido Arquímedes: Siempre supe que tarde o temprano uno se cansa de esto, y yo más. Me considero diferente a los demás porque he dado no muchos años de mi vida a estudiar, meditar y adentrar mi mente en el sitio que menos me gusta de este mundo: la hipocresía. Me he dejado los ojos y la verdad, me enfrenté a ello y es parte de lo que soy ahora. No muchos años, no… ya lo he dicho,  mi total es un gramo de las grandes vidas. Pero el problema está en la condición irrevocable que ha dejado en mi y que me perseguirá el resto de mi vida allá donde vaya. Lo abandonaré, sí seguro, pero él no se alejará. Tengo 23 años. 
Soy una ignorante. Haré lo que me da a gana el resto de mi vida, lo he hecho siempre, y eso me dará hambre, y también la pasaré. Tendré sed, me moriré de calor. Atravesaré selvas, desiertos y polos, más de los que terrenalmente existen, inventaré continentes donde ir, hogares donde volver. Empezaré historias de amor que abandonaré a mitad de camino, llorando y sin aire, porque no seré feliz, querré irme y buscar mi adentro raptado, mi estómago. No serviré para nada más que buscar la inspiración perdida de mi condición de persona desterrada y mágica, llena de fantasía y tenacidad por unos ideales que me he inventado. No seré así siempre, lo que pasa es que tengo mucha paciencia. Busco la sabiduría invisible que nadie tiene y que si alguien la posee es porque ha llegado en su lecho de muerte. No tengo ni idea de lo que escribo, solo traspaso pensamientos condenados a morir en el olvido y que desgarran a mi triste ilusión intentando de alguna pobre y mediocre manera eternizarlos, renacerlos, inmortalizarlos. No escribo para nadie, nadie me escucha ni me ve. Soy un alma desapercibida. Y si algún día me hacen caso no me va importar, voy a seguir sin entender ni saber nada… En realidad lo que me gustaría es escucharme a mi misma. Tengo 23 años.

Sé que me quitaré de encima otra de las tantas personas que soy, que llevo en mis espaldas desde hace años y que voy renovando según mis pasos. Intento entenderme pero jamás lo logré. Paso a mi cabeza pero acabo durmiendo. Lo último es el corazón  que siempre, con voz de Gabriel, me contesta: “tengo más cuartos que un hotel de putas, déjame en paz”. Así que ya sabes por que he sido tan paciente. Pero ya no. Te dejo Arquímedes.

Te quiere,
Babilonia.  "
*El reloj de y los anillos que robó Babilonia
*Arquímedes pescando




miércoles, febrero 16, 2011

Frank y la canción de amor de Rodeo Town










"-No me digas como cantar mi canción de amor-, dijo el joven con el corazón roto. Ese día había soñado con un caballo al lado de la carretera, sangrando por doquier, manchando todo lo que se cruzaba con su ferocidad, pero corriendo contra el viento. Es probable que esa calle fuera Rodeo Town pero jamás logrará saberlo. Empezó a preguntarse porque se sometía a todos y todos, porque dejaba de sentir para cumplir, porque había olvidado la letra de aquella melodía que su madre le había enseñado. Una noche llena de estrellas y cometas intento mentirme y no contarme la verdad, pero yo lo deje a un lado y me fui con su alma a bar sucio y roto, fue allí donde empezó la confesión rogadora de consuelo: -No me mires así-dijo-tengo tanto dolor como lo puedes tener tú. Llevo años creyendo en esos sueños que yo mismo me impongo para vivir, y son ellos mismos, mi aliento y voz los que me quitan el sueño y el fervor. No sé por qué me pasa tan sólo a mi.  He perdido el amor que tenia y he vuelto a comerme las uñas como hace un par de años. Me las arranco hasta sangrar, necesito calmar mi impetuosa ansiedad y dolor… Estoy desesperado. Ya no duermo.
Frank era un tipo normal pero extrañamente vanidoso, tenia en sus ojos una especie de atrayente y misteriosa aura de melancolía. Nunca llegué a conocerle de verdad. Tampoco pude decírsela, su fanática y confesora alma de tortura me lo impidió. Me quitaba las palabras, las robaba y me dejaba en silencio, un profundo y horrible silencio. Fui sus oídos. Aquel día en el bar de carretera me contó porqué ya no podía cantar la canción de amor y me dijo que guarde el secreto, jamás lo desvelaré. Pero tampoco saldrá a la luz mi respuesta, que no creo en el, que creo que es un condenado de su propia y pesada carga moral. No conocía sus recuerdos. Pero no me importan, no me excusan. Tan sólo sé que Frank se fue y jamás volví a verle, me abandonó a mi y a el bar sin poder cantar, sin poder volar. Frank es como todos los violadores y saqueadores de la verdad. Sus pupilas son grises, jamás podrán ver los rayos del sol. Quise recordarle los versos y rimas, pero yo no soy el camino. Espero que Frank pueda dormir alguna vez.
*Man with Hat (A.M.): Un tipo como Frank.

martes, febrero 08, 2011

Magda la salvaje vive en esta ciudad

"Magda vivió hasta los quince años en la selva. La retraída y dulce niña se había creído la historia que su abuela le contó: “Tú naciste con los ojos abiertos”. Magda hizo de aquella premisa su forma de vida, su meta, su aliento y fin, su trauma, sin intuir si quiera que aquello fue sacado de unos cuantos capítulos del Sr.Marquez, al cual su abuela tanto adoraba. A penas sabía leer. Magda tenía también la fantástica habilidad para creer todo, a todos y sobre todo en el olor de las cosas, una especie de mediocre sexto sentido que justificaba su propia estupidez con la inmutable cabezonería. Intentaba ver y mantener en su podrido y pobre techo las grietas donde la luz infinita que lo atravesaba era de todos los colores, naranja, amarillo, dorado… No pretendía arreglarlo. No procuraba abrir o cerrar los ojos, “ella siempre los tuvo abiertos”, y por eso no debía patear a su conciencia o intuición con dolorosas normas y leyes, no las necesitaba, su naturaleza y destino ya se habían cebado con ella dándole el poder de la poesía y cierta virtud. Hasta el día en que su vida cambió y tuvo que marchar. Ya nadie le quedaba entre aquella panda de árboles, mosquitos, garrapatas y guacamayos, y bastante picores y vientos mal curados tuvo que soportar hasta escapar de una vez. Todo el mundo había muerto, todo el mundo había partido hacia el sol, y Magda se quedó sola en su verde casa, con los ojos bien abiertos para ver si alguien, algún día, volvía a escucharle. Pero lo único que sentía era su eco, y el día que el olor de su casa cambió y llenó sus pulmones fue cuando decidió partir.

Hoy, cuarenta y cinco años después, Magda vive entre cemento, acero y ventanas, se despierta todas las mañanas y sólo cocina, pierde la memoria, duerme y caza en el supermercado. La sagrada programación, como así le llama, le regala una hora y diez minutos diarios de selva, de animales salvajes e imágenes casi reales que le devuelven el olor de su verde, de su humedad, el picor y el sudor, el sofocante calor enfermizo… Magda muere un poco más cada día.  Magda intuye lo que vendrá. Pero Magda, desterrada y salvaje alma de amor, sigue con su falsa premisa y mantiene los ojos abiertos, el olfato, contempla todo ese humo y grisáceo paisaje mientras su otra mirada, sus otras pupilas, se mantienen intactas desde su nacimiento: cerradas, a cal y canto, clavadas en su nostálgico paisaje, en su abuela, en su creencia y olor, en su esperanza, y sobre todo, por encima del bien y del mal, permanecen inmóviles adorando el mágico y predecible sueño de volver"

jueves, febrero 03, 2011

La carta que llegó hoy desde antiguas tierras de la memoria

Hoy llegan cartas en mi nombre, me escriben desde un lugar inhóspito, desde el fondo de un continente vacío y profundo, predicando palabras divinas:

“[…] Un poeta me dijo al oído que no vuelva al lugar donde fui feliz. Pero yo vuelvo todas las noches, al recuerdo, al aire, al olor, a la ceniza de mis sueños y a mi aliento, cansado pero vivo, que sopla e intenta revivir la llama casi extinguida. El poeta no sabe que no me fui, que estoy allí, que no me ha crecido el cabello ni las uñas ni el tiempo, que no es recuerdo, que es hoy, que me despierto cada mañana con su luz y sus voces. Tengo flores marchitas en mi falsa mesilla, que intento gota a gota, pétalo a pétalo renacer.  Miles de fotos y de días…  A veces creo que soy una anciana, que tengo canas y arrugas en la frente, que mi reflejo ya es de plata. He vivido mucho. He dejado mucho, me he ido demasiado. El poeta no sabe que sigo estrellas pero que todas vuelven,  me devuelven, y que los astros se burlan de mí y de mi espíritu, me ponen contra el paredón. Las ilusiones que se pierden, la esperanza que no muere, eso es lo que susurra mi viento. Y mi viento sale del movimiento de mis alas. Creo en la canción que cantaba mi padre el tanguero, que el tiempo me destruye poco a poco, y que el cerco se va cerrando cada vez más y más fuerte para atrapar y guardar mejor la palabra, el sentimiento: el retornoYo vuelvo todas las noches. Está escrito en las estrellas, el poeta no sabe que nunca me fui… Y hoy yo te escribo porque necesitaba decirlo, y porque ahora, en mi momento de lucidez, creo firmemente en ti y en mis tumbas, de odio y gloria, amor y lágrimas. Sus ojos y los tuyos son los que me van a ver caminando. Mi silueta de espaldas, el sol frente a mi, sigo las huellas de los pasos que ya di, y que hoy son el compás de la canción que entonan mis pies”
*Especie de inspiración divina que F.N. alimenta todas mis noches


miércoles, enero 26, 2011

Las ventanas,ecos y preguntas que no pretendo entender



"¿Yo? Yo puedo ser todo a la vez. Puedo ser todo o nada. En realidad, puedo llegar a mostrarme tal y como tú quieres. Pero sabes que eso nunca me pasará de verdad como a ti, que mi rechazo es incurable pese a mi coraza y el tiempo “perdido”. Aunque no me entiendas tampoco lo intentes. Durante el día soy hoy, ayer y mañana. Nunca puedo prever ni remotamente lo que se cruzará en el camino de mis sofocadas ideas. Me acuesto cansada de mi y de mis sombras diarias, de mis cientos de historias inventadas, planeadas y vividas, es la única forma de concebir el sueño. Ahora mismo estas palabras no son mías, no te confundas… No reconozco ni mi letra ni mi tiempo, no hay permanencia, todo “eso” a lo que tú puedes poner el nombre que mejor recomiende tu metodológica mente, todo eso, es mi espacio. Mi espacio gigante, y no digas que no he intentado adaptarme porque precisamente lo he hecho por mi. Y me quiero mucho. ¿Ves? Ahora las gotas caen ahí fuera, en esa ventana que tantas veces te dije que me encanta. Mientras ellas resuenan y retumban en ese destruido patio, yo paso a ser otra. Ahora mismo otro párrafo y me transformo según mis palabras, no puedo dejar de seguirlas, soy su eco.
...
Junto con mi alma están las líneas y palabras que habéis vivido y que yo he dejado atrás, un cementerio de verdad y efímera realidad que desaparece en un instante. Intentaré recordar todo esto mañana pero ¿sabes? Quizás necesito tu ayuda o tu memoria. No puedo prometerte nada, porque en cierta forma todo es mentira. Y esa es mi verdad. Me perdí en la lluvia y en todas esas ventanas que se abrieron delante de mi. Pero pese a las miles de rutas de soledad que mis reyes cantores predicen, no me importa el olvido o la pérdida porque creo en las alas de las palabras. Me he olvidado decirte que todas esas palabras que tú y yo dejamos atrás van tallando mi sensible corazón con el paso del tiempo. Parece que tengo varias decenas de años más. Parece que mi alma tiene el don de lo inolvidable. Intento hacer filosofía sin ser grande. Y eso sólo me llevará a un camino. Pero mientras me quede libertad y dedos daré alas al aliento, a esa pequeña dictadura interior de la verdad, a mi verdad, a la forma y el concepto de mi espíritu que tan sólo llega a ser cuando me atrevo a plasmarla. 
Y eso es lo que soy en libertad."

domingo, enero 16, 2011

La historia que me contó Cindirella Jane en aquel desierto

"Estaba sentada al pie de la carretera mientras esperábamos que el coche enfriara, cuando Cindirella Jane me narró:

“Hay veces que la presencia de ciertos personajes, que no personas, se nota y mucho en esta cabeza… Llegan, saludan a todos los fantasmas que andan por ahí pernoctando, son extremadamente amables, se ponen a charlar y poco a poco ejercen su fuerza, o lo que es lo mismo metafísicamente hablando: empieza la tertulia. En ciertas ocasiones son extremadamente persuasivos, otras utilizan unas técnicas tan buenas como las de mis profesores de publicidad. Qué fuerza… Pero suele pasar también que se ganan el pulso de los aberrantes y aburridos, se quedan varados en la conciencia más coherente que tengo, en el lugar menos oportuno para su supervivencia. Entro en acción y empiezo a divisarlos. Al mismo tiempo comienza la música de la película. Esto es lo mejor: se crea una especie de persecución cual policía y ladrón en el medio del desierto, y lo del desierto se parece mucho a este en el que estamos, a los del medio-oeste de América, con cañones, abismos y figuras de antiguos presidentes. Sigue el recorrido por los caminos y bagajes de eso que se llama “mi cabeza” y van cayendo uno a uno esos falsos parlantes de la verdad que entraron, perdón, usurparon mis rincones mentales.  Como aquel enano irlandés los únicos adjetivos que se desprenden de la batalla son “homérico” y “apoteósico”. Una maravilla. Yo supongo que la mayoría de la gente está día a día en el frente de sus conciencias y mentes, luchando y trabajando para combatir a todos esos falsos endulzadores de la verdad, todos esos aburridos de moral que sólo producen sueño. He conocido muchos así yo en mi vida.”


Un rato después el motor se arregló y seguimos nuestro camino, y la canción que sonaba de fondo era la apropiada para una película como la que Cindirella Jane me había contado.  

La existencia necesita música para cada instante, la vida debe ganar batallas a diario, incluso en los desiertos."





martes, enero 11, 2011

La canción es la misma que hace diez años,esta vez en Berlín (Segunda Parte)


“Si viene y entra por esa puerta yo me muero…”


La ciudad estaba gris como dice la canción, y no era cosa del momento, era una cuestión de vida y ambiente. Escuche una voz que repetía todo el rato “todo pasa, todo pasa…” Y no estaba segura si era una nueva melodía o el eco de mi voz a los dieciséis. Un cd grabado hace diez años apareció en Berlin, llevaba escrito mi nombre, y la chica del alma brillante tocó para mí. Me dio y me da bastante pena el paso del tiempo, no puedo evitar las lágrimas. Pero luego recuerdo que debo olvidar, que todo depende de seguir adelante.  Me las doy de escritora y a veces me pregunto si juego con la fe, con la tuya, con la mía. A veces pienso, ese pensar vacío, que dónde estará toda esa gente que dejé atrás en todos los países de mis miles de familias. Veo claramente que tiene que haber un camino dónde andar. Y es en ese momento cuando Dolores me dice: Dale, no llores, todo pasa. Y otra vez la nueva o anticuada voz retumba en mi cabeza….
Todos los fantasmas de mi vida están dentro de mi habitación, mi espacio es siempre el mismo este dónde este. Pero yo también estoy dentro de todas esas almas neblinosas y volátiles, y todo brilla locamente con el reflejo de mis gafas. Que ganas de verlos tienen todos en este lugar. Nadie ya los siente contando cuentos.

Todo se termina pero todo vuelve a empezar. Y así continuamente. Hoy creo firmemente en lo que hay delante de mi, en eso que esta establecido, eso que no logro entender ni divisar, eso que muchos critican, eso que pocas veces me importa, que me llena de forma estática, eso que se esta abriendo ante mi gigantescamente en forma de incertidumbre: eso se llama existencia. Y me encargaré yo misma de, como esa misma canción, quemar todas esas piedras de la amargura. Creo que ya sabéis cómo se hace.
*Una chica cualquiera bailando en Berlín

jueves, enero 06, 2011

Berlin, Uma, y la chica que me ayuda a empujar el flan (Primera parte)

"Eran casi las doce de la noche, es decir, la hora de las uvas. Claro que en ese país donde nos encontrábamos no sabían de tradición, la cambiaron hace tiempo por algo llamado libertad. Mi amiga que esa noche y el resto de mi vida estaba sentada a mi izquierda, se acordó del día que nos conocimos. Como siempre, disimulé para que mis vidriosos ojos pudieran esconderse. Cuatro rusos, una coreana, y un par de españoles brindaron en una mesa fantasma por el 2011, escucharon los fuegos y la guerra de fuera, se acordaron de sus seres queridos en silencio, sintieron algunos ecos. El chico modelo de la cena dijo que sólo sacaba fotos en analógico. No quise decirle nada, parecía muy feliz. Al fin y al cabo era la primera noche del resto de nuestras vidas. 
Debo confesar que me gustaría quitarle la flauta a ciertos niños con trajes chinos, como hizo Bob, y sentirme bien siendo poco amable y destructora de la pésima verdad, de los sabios cerebros, de las falsas conciencias y los métodos sin humor. Siempre creí que hay gente que jamás aprende a reír de verdad. Sí, creo que todos ellos son unos destructores del espíritu. Pero yo sigo creyendo en el amor.
Este año no hubo uvas ni rojas prendas, mi nuevo amor me dijo que no hacía falta. Mientras comíamos el postre mi vieja amiga dijo que me necesitaba, me pidió que no me vaya, me rogó que vuelva. Yo respondí con mi cuchara, le ayudé a coger el último trozo de flan del plato. ¿Es que acaso no puede quedar más claro? Más tarde entré en una casa sin papeles, sin dueños, sin luz ni gas, llena de almas, llena de color, llena de amor. Tuve un poco de miedo. Cuando volví al hogar de los techos altos me faltaban algunas plumas pero tenía un nuevo pensamiento desbordante: empezaba a creer en las primeras noches. 
Uma durmió conmigo y me entendió bien. 
Compré un viejo pasaporte del Este al Oeste de un señor por tres euros.
Inventé una historia alrededor de ello.
Estoy enamorada de ese recuerdo inventado.
La ciudad me quitó los zapatos y el frío, y me acurrucó suavemente, puso delante de mí un cuadro nuevo, un par de ideas claras y otras cientas difusas. Todo, absolutamente todo, aparecía ante mi de una forma resplandeciente y brillante..."