viernes, mayo 06, 2011

La señora de la calle que me habló sin voz



Imaginé que:
"Una señora me dijo por la calle que mi profesora era formidable y que su única y sabia lección me la enseñaría tras la prueba. En ese momento me sentí en un pequeño grupo de privilegiados que aprovechan la vitalidad que la propia conciencia da, sin rodeos, que nace de la lucidez de una mente completa. Mi profesora la desconozco en su totalidad, pero puedo intuirla. Vosotros tenéis la vuestra propia. Consecuentemente de cierta luminosidad emocional y racional me siento parte de muchas ciudades, me emociono y apasiono con la autenticidad de éstas. También me pasa con las palabras, y la lista de libros que tengo por leer. En general, me pasa con todo. Siento miles de voces cantándome al oído, ya os lo dije una vez, a veces las distingo pero otras tantas me confundo. En fin, ¿quién sabe cual es mi naturaleza más que ella misma? No tengo dudas. En la reflexión de los ecos se escucha la tenue voz de la inteligencia intuitiva, aquella que los apagados callan con sus propios dedos.  Esta intuición trae luz, luz que inspira y grita a Dioses y demonios, que aplasta criterios y crea nuevos seres.
Y yo llevo días atemorizada pero escuchando un latido de fondo, por aquel mensaje de la señora de la calle, y por el mismo que esas palabras desprenden sin quererlo, y de ahí otros, y todos lo que quiera escuchar, todos los que pueda inventar, pero tan sólo uno que puedo intuir y no conozco. Eso significa que no lo veo, que no lo escucho, que únicamente lo respiro en soledad. Aquello que si se dice desaparece, que si se explica no se entiende y que si se pasa se congela. Eso es lo que creo que me hizo la señora de la calle, me regaló la palabra intuición.
Pero fue sólo mi imaginación.


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