sábado, junio 11, 2011

Réquiem de una tarde sin oído derecho


Recordé aquella etapa lejana sumergida en la metafísica y la ilusión de la eternidad del espíritu, cuando coincidía a propósito con las mentes que me deslumbraban creando la casualidad del mundo, la suerte y el destino. Soñaba con personas que jamás conocí y que mi subconsciente inventaba para justificar una ilusión consciente y despierta. Me escondía debajo de la cama para empujar los sueños hacia arriba y más de una vez no lo logré, me esforzaba más que ahora quizás. Los años duelen y el cuerpo también.


Recordé también aquella amiga que me despertó, que me sacó a la calle y que me dijo: “mira, la casualidad está allí. Llámala.” Siempre le agradeceré a la chica del pelo rubio, siempre tendrá mi lealtad. Pero la casualidad no ha evitado que siga sufriendo ataques de pánico, que los desajustes me trasladen a un mundo desesperante lleno de espirales donde yo misma me enredo, y donde allí no existe la consecución: tan sólo hay fatalidad. Fatalidad en lo simple y llano, en las almas que poco me importan y todo me influyen, en las profundidades de lo vacío... Tengo ansiedad y sed, me sigue doliendo el cuerpo y sólo funciona mi oído izquierdo.

Recordé más tarde las manos de la verdad que pusieron delante de mi, camufladas con papel y letra, pero fácilmente reconocibles. Trajo consigo un lago, una ciudad pequeña con canales y paseos, un dragón... y miles de tardes perdidas al sol. Mientras recuerdo, logro sentarme en unas plateas con asientos de madera oscura y tapiz borgoña, con los ojos abiertísimos y pestañas cósmicas, y me dispongo a ver mi propia vida en escena, me vuelvo espectadora de personajes primarios, secundarios e invisibles, de los inicios, intermedios y finales. Me gusta leerme y buscar los significados que yo misma creo.
Recordé... 
Todos y cada uno de los momentos malos porque me gusta repasarlos. Visioné los que vendrán, pero no logré alcanzarlos. Tampoco me importa. Me encanta cuando empieza la fusión, y cuando acaba, porque vuelve a empezar.






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