martes, febrero 08, 2011

Magda la salvaje vive en esta ciudad

"Magda vivió hasta los quince años en la selva. La retraída y dulce niña se había creído la historia que su abuela le contó: “Tú naciste con los ojos abiertos”. Magda hizo de aquella premisa su forma de vida, su meta, su aliento y fin, su trauma, sin intuir si quiera que aquello fue sacado de unos cuantos capítulos del Sr.Marquez, al cual su abuela tanto adoraba. A penas sabía leer. Magda tenía también la fantástica habilidad para creer todo, a todos y sobre todo en el olor de las cosas, una especie de mediocre sexto sentido que justificaba su propia estupidez con la inmutable cabezonería. Intentaba ver y mantener en su podrido y pobre techo las grietas donde la luz infinita que lo atravesaba era de todos los colores, naranja, amarillo, dorado… No pretendía arreglarlo. No procuraba abrir o cerrar los ojos, “ella siempre los tuvo abiertos”, y por eso no debía patear a su conciencia o intuición con dolorosas normas y leyes, no las necesitaba, su naturaleza y destino ya se habían cebado con ella dándole el poder de la poesía y cierta virtud. Hasta el día en que su vida cambió y tuvo que marchar. Ya nadie le quedaba entre aquella panda de árboles, mosquitos, garrapatas y guacamayos, y bastante picores y vientos mal curados tuvo que soportar hasta escapar de una vez. Todo el mundo había muerto, todo el mundo había partido hacia el sol, y Magda se quedó sola en su verde casa, con los ojos bien abiertos para ver si alguien, algún día, volvía a escucharle. Pero lo único que sentía era su eco, y el día que el olor de su casa cambió y llenó sus pulmones fue cuando decidió partir.

Hoy, cuarenta y cinco años después, Magda vive entre cemento, acero y ventanas, se despierta todas las mañanas y sólo cocina, pierde la memoria, duerme y caza en el supermercado. La sagrada programación, como así le llama, le regala una hora y diez minutos diarios de selva, de animales salvajes e imágenes casi reales que le devuelven el olor de su verde, de su humedad, el picor y el sudor, el sofocante calor enfermizo… Magda muere un poco más cada día.  Magda intuye lo que vendrá. Pero Magda, desterrada y salvaje alma de amor, sigue con su falsa premisa y mantiene los ojos abiertos, el olfato, contempla todo ese humo y grisáceo paisaje mientras su otra mirada, sus otras pupilas, se mantienen intactas desde su nacimiento: cerradas, a cal y canto, clavadas en su nostálgico paisaje, en su abuela, en su creencia y olor, en su esperanza, y sobre todo, por encima del bien y del mal, permanecen inmóviles adorando el mágico y predecible sueño de volver"

1 comentario:

  1. Debo darle las gracias por escribir la dirección de este lugar en mi libreta. He leido hasta aqui y casi podria decir que esto ultimo es lo que mas me ha gustado pero tampoco puede asegurarlo. El ritmo fulgurante de la personal prosa poetica que he podido disfrutar en este lugar bien merecen mas de una lectura. Yo he dejado de escribir en blogs, nunca me senti del todo comodo, pero me gusta encontrarme con lugares asi donde leer, mirar y dar un paseo. Fon (el moreno)

    ResponderEliminar