domingo, marzo 20, 2011

El día que Francisca Revolta dejó de dormir

 "Francisca Revolta soñó  aquella noche que se casaba. Sintió tal escalofrío entre las sábanas que las grandes marismas donde sus sueños solían estar se convirtieron en un pasaje desolado y terrorífico. Empezó a ser consciente de cuando la vigilia entraba en su cabeza. Dejo de tener días y noches, despertares, sustos y espasmos. Todo se convirtió en un limbo blanco y extenso rodeado de algodones impolutos. No podía mover el cuerpo mientras se figuraba entrando a la iglesia del brazo de su padre, sudando del ardor que tenía en el estomago, y rogando a su pobre mente que le impidiera mirar hacia abajo, ver su vestido de novia. Si llegaba a verlo, moriría al instante, de eso iba el viejo cuento de las viejas y esotéricas señoras del pueblo. Pasó cuatrocientas cincuenta y dos noches sin dormir, en un limbo de infortunios donde sus pensamientos era cada vez mas lúgubres, prohibidos y dominantes. Francisca Revolta murió a los 19 años de edad, probablemente por insomnio letal, pero se le diagnosticó muerte por amor. Su familia la enterró al lado del viejo sauce donde pasaba horas empeñada con el sol y la lluvia, y donde ella misma había enterrado a los trece gatos y cuatro perros que tuvo durante toda su infancia y adolescencia precoz. 
No pudieron hallar jamás al brujo que introdujo en sus sueños el malestar de un matrimonio pactado e inexistente, su madre asegura que una maldición cayó en su casa el día de fin de año. “Nunca pudo amar a nadie más que su primo Maximiliano, por eso se volvió loca”. La triste historia de Francisca Revolta fue tan angustiosa como patética. Se percató de su soledad a los siete años, cuando le hablo al oído a su padre y este no sintió siquiera su respiración. El día de su muerte, todo el pueblo envuelto en soledad lloró. Nadie le quería, pero todos ya la extrañaban, todos estaban realmente solos. Sumergidos en la hipocresía y en la triste realidad, Francisca Revolta fue una mártir que dio cabezazos a los ateos del Dios amor, el cielo lloraba por las almas. 
Cuando Francisca Revolta dejó de respirar, millones de pequeñas florecillas color malva comenzaron a llover sobre el pueblo, llenando todo de un aura celestial y purpura… todo se sumergió en un profundo y letal silencio ensordecedor."


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