miércoles, enero 26, 2011

Las ventanas,ecos y preguntas que no pretendo entender



"¿Yo? Yo puedo ser todo a la vez. Puedo ser todo o nada. En realidad, puedo llegar a mostrarme tal y como tú quieres. Pero sabes que eso nunca me pasará de verdad como a ti, que mi rechazo es incurable pese a mi coraza y el tiempo “perdido”. Aunque no me entiendas tampoco lo intentes. Durante el día soy hoy, ayer y mañana. Nunca puedo prever ni remotamente lo que se cruzará en el camino de mis sofocadas ideas. Me acuesto cansada de mi y de mis sombras diarias, de mis cientos de historias inventadas, planeadas y vividas, es la única forma de concebir el sueño. Ahora mismo estas palabras no son mías, no te confundas… No reconozco ni mi letra ni mi tiempo, no hay permanencia, todo “eso” a lo que tú puedes poner el nombre que mejor recomiende tu metodológica mente, todo eso, es mi espacio. Mi espacio gigante, y no digas que no he intentado adaptarme porque precisamente lo he hecho por mi. Y me quiero mucho. ¿Ves? Ahora las gotas caen ahí fuera, en esa ventana que tantas veces te dije que me encanta. Mientras ellas resuenan y retumban en ese destruido patio, yo paso a ser otra. Ahora mismo otro párrafo y me transformo según mis palabras, no puedo dejar de seguirlas, soy su eco.
...
Junto con mi alma están las líneas y palabras que habéis vivido y que yo he dejado atrás, un cementerio de verdad y efímera realidad que desaparece en un instante. Intentaré recordar todo esto mañana pero ¿sabes? Quizás necesito tu ayuda o tu memoria. No puedo prometerte nada, porque en cierta forma todo es mentira. Y esa es mi verdad. Me perdí en la lluvia y en todas esas ventanas que se abrieron delante de mi. Pero pese a las miles de rutas de soledad que mis reyes cantores predicen, no me importa el olvido o la pérdida porque creo en las alas de las palabras. Me he olvidado decirte que todas esas palabras que tú y yo dejamos atrás van tallando mi sensible corazón con el paso del tiempo. Parece que tengo varias decenas de años más. Parece que mi alma tiene el don de lo inolvidable. Intento hacer filosofía sin ser grande. Y eso sólo me llevará a un camino. Pero mientras me quede libertad y dedos daré alas al aliento, a esa pequeña dictadura interior de la verdad, a mi verdad, a la forma y el concepto de mi espíritu que tan sólo llega a ser cuando me atrevo a plasmarla. 
Y eso es lo que soy en libertad."

domingo, enero 16, 2011

La historia que me contó Cindirella Jane en aquel desierto

"Estaba sentada al pie de la carretera mientras esperábamos que el coche enfriara, cuando Cindirella Jane me narró:

“Hay veces que la presencia de ciertos personajes, que no personas, se nota y mucho en esta cabeza… Llegan, saludan a todos los fantasmas que andan por ahí pernoctando, son extremadamente amables, se ponen a charlar y poco a poco ejercen su fuerza, o lo que es lo mismo metafísicamente hablando: empieza la tertulia. En ciertas ocasiones son extremadamente persuasivos, otras utilizan unas técnicas tan buenas como las de mis profesores de publicidad. Qué fuerza… Pero suele pasar también que se ganan el pulso de los aberrantes y aburridos, se quedan varados en la conciencia más coherente que tengo, en el lugar menos oportuno para su supervivencia. Entro en acción y empiezo a divisarlos. Al mismo tiempo comienza la música de la película. Esto es lo mejor: se crea una especie de persecución cual policía y ladrón en el medio del desierto, y lo del desierto se parece mucho a este en el que estamos, a los del medio-oeste de América, con cañones, abismos y figuras de antiguos presidentes. Sigue el recorrido por los caminos y bagajes de eso que se llama “mi cabeza” y van cayendo uno a uno esos falsos parlantes de la verdad que entraron, perdón, usurparon mis rincones mentales.  Como aquel enano irlandés los únicos adjetivos que se desprenden de la batalla son “homérico” y “apoteósico”. Una maravilla. Yo supongo que la mayoría de la gente está día a día en el frente de sus conciencias y mentes, luchando y trabajando para combatir a todos esos falsos endulzadores de la verdad, todos esos aburridos de moral que sólo producen sueño. He conocido muchos así yo en mi vida.”


Un rato después el motor se arregló y seguimos nuestro camino, y la canción que sonaba de fondo era la apropiada para una película como la que Cindirella Jane me había contado.  

La existencia necesita música para cada instante, la vida debe ganar batallas a diario, incluso en los desiertos."





martes, enero 11, 2011

La canción es la misma que hace diez años,esta vez en Berlín (Segunda Parte)


“Si viene y entra por esa puerta yo me muero…”


La ciudad estaba gris como dice la canción, y no era cosa del momento, era una cuestión de vida y ambiente. Escuche una voz que repetía todo el rato “todo pasa, todo pasa…” Y no estaba segura si era una nueva melodía o el eco de mi voz a los dieciséis. Un cd grabado hace diez años apareció en Berlin, llevaba escrito mi nombre, y la chica del alma brillante tocó para mí. Me dio y me da bastante pena el paso del tiempo, no puedo evitar las lágrimas. Pero luego recuerdo que debo olvidar, que todo depende de seguir adelante.  Me las doy de escritora y a veces me pregunto si juego con la fe, con la tuya, con la mía. A veces pienso, ese pensar vacío, que dónde estará toda esa gente que dejé atrás en todos los países de mis miles de familias. Veo claramente que tiene que haber un camino dónde andar. Y es en ese momento cuando Dolores me dice: Dale, no llores, todo pasa. Y otra vez la nueva o anticuada voz retumba en mi cabeza….
Todos los fantasmas de mi vida están dentro de mi habitación, mi espacio es siempre el mismo este dónde este. Pero yo también estoy dentro de todas esas almas neblinosas y volátiles, y todo brilla locamente con el reflejo de mis gafas. Que ganas de verlos tienen todos en este lugar. Nadie ya los siente contando cuentos.

Todo se termina pero todo vuelve a empezar. Y así continuamente. Hoy creo firmemente en lo que hay delante de mi, en eso que esta establecido, eso que no logro entender ni divisar, eso que muchos critican, eso que pocas veces me importa, que me llena de forma estática, eso que se esta abriendo ante mi gigantescamente en forma de incertidumbre: eso se llama existencia. Y me encargaré yo misma de, como esa misma canción, quemar todas esas piedras de la amargura. Creo que ya sabéis cómo se hace.
*Una chica cualquiera bailando en Berlín

jueves, enero 06, 2011

Berlin, Uma, y la chica que me ayuda a empujar el flan (Primera parte)

"Eran casi las doce de la noche, es decir, la hora de las uvas. Claro que en ese país donde nos encontrábamos no sabían de tradición, la cambiaron hace tiempo por algo llamado libertad. Mi amiga que esa noche y el resto de mi vida estaba sentada a mi izquierda, se acordó del día que nos conocimos. Como siempre, disimulé para que mis vidriosos ojos pudieran esconderse. Cuatro rusos, una coreana, y un par de españoles brindaron en una mesa fantasma por el 2011, escucharon los fuegos y la guerra de fuera, se acordaron de sus seres queridos en silencio, sintieron algunos ecos. El chico modelo de la cena dijo que sólo sacaba fotos en analógico. No quise decirle nada, parecía muy feliz. Al fin y al cabo era la primera noche del resto de nuestras vidas. 
Debo confesar que me gustaría quitarle la flauta a ciertos niños con trajes chinos, como hizo Bob, y sentirme bien siendo poco amable y destructora de la pésima verdad, de los sabios cerebros, de las falsas conciencias y los métodos sin humor. Siempre creí que hay gente que jamás aprende a reír de verdad. Sí, creo que todos ellos son unos destructores del espíritu. Pero yo sigo creyendo en el amor.
Este año no hubo uvas ni rojas prendas, mi nuevo amor me dijo que no hacía falta. Mientras comíamos el postre mi vieja amiga dijo que me necesitaba, me pidió que no me vaya, me rogó que vuelva. Yo respondí con mi cuchara, le ayudé a coger el último trozo de flan del plato. ¿Es que acaso no puede quedar más claro? Más tarde entré en una casa sin papeles, sin dueños, sin luz ni gas, llena de almas, llena de color, llena de amor. Tuve un poco de miedo. Cuando volví al hogar de los techos altos me faltaban algunas plumas pero tenía un nuevo pensamiento desbordante: empezaba a creer en las primeras noches. 
Uma durmió conmigo y me entendió bien. 
Compré un viejo pasaporte del Este al Oeste de un señor por tres euros.
Inventé una historia alrededor de ello.
Estoy enamorada de ese recuerdo inventado.
La ciudad me quitó los zapatos y el frío, y me acurrucó suavemente, puso delante de mí un cuadro nuevo, un par de ideas claras y otras cientas difusas. Todo, absolutamente todo, aparecía ante mi de una forma resplandeciente y brillante..."