jueves, febrero 24, 2011

La carta que Babilonia dejó a Arquímedes

*Copia borrosa de la carta de Babilonia

Esta es la carta que encontré casi rota en la puerta de mi casa:

"Querido Arquímedes: Siempre supe que tarde o temprano uno se cansa de esto, y yo más. Me considero diferente a los demás porque he dado no muchos años de mi vida a estudiar, meditar y adentrar mi mente en el sitio que menos me gusta de este mundo: la hipocresía. Me he dejado los ojos y la verdad, me enfrenté a ello y es parte de lo que soy ahora. No muchos años, no… ya lo he dicho,  mi total es un gramo de las grandes vidas. Pero el problema está en la condición irrevocable que ha dejado en mi y que me perseguirá el resto de mi vida allá donde vaya. Lo abandonaré, sí seguro, pero él no se alejará. Tengo 23 años. 
Soy una ignorante. Haré lo que me da a gana el resto de mi vida, lo he hecho siempre, y eso me dará hambre, y también la pasaré. Tendré sed, me moriré de calor. Atravesaré selvas, desiertos y polos, más de los que terrenalmente existen, inventaré continentes donde ir, hogares donde volver. Empezaré historias de amor que abandonaré a mitad de camino, llorando y sin aire, porque no seré feliz, querré irme y buscar mi adentro raptado, mi estómago. No serviré para nada más que buscar la inspiración perdida de mi condición de persona desterrada y mágica, llena de fantasía y tenacidad por unos ideales que me he inventado. No seré así siempre, lo que pasa es que tengo mucha paciencia. Busco la sabiduría invisible que nadie tiene y que si alguien la posee es porque ha llegado en su lecho de muerte. No tengo ni idea de lo que escribo, solo traspaso pensamientos condenados a morir en el olvido y que desgarran a mi triste ilusión intentando de alguna pobre y mediocre manera eternizarlos, renacerlos, inmortalizarlos. No escribo para nadie, nadie me escucha ni me ve. Soy un alma desapercibida. Y si algún día me hacen caso no me va importar, voy a seguir sin entender ni saber nada… En realidad lo que me gustaría es escucharme a mi misma. Tengo 23 años.

Sé que me quitaré de encima otra de las tantas personas que soy, que llevo en mis espaldas desde hace años y que voy renovando según mis pasos. Intento entenderme pero jamás lo logré. Paso a mi cabeza pero acabo durmiendo. Lo último es el corazón  que siempre, con voz de Gabriel, me contesta: “tengo más cuartos que un hotel de putas, déjame en paz”. Así que ya sabes por que he sido tan paciente. Pero ya no. Te dejo Arquímedes.

Te quiere,
Babilonia.  "
*El reloj de y los anillos que robó Babilonia
*Arquímedes pescando




miércoles, febrero 16, 2011

Frank y la canción de amor de Rodeo Town










"-No me digas como cantar mi canción de amor-, dijo el joven con el corazón roto. Ese día había soñado con un caballo al lado de la carretera, sangrando por doquier, manchando todo lo que se cruzaba con su ferocidad, pero corriendo contra el viento. Es probable que esa calle fuera Rodeo Town pero jamás logrará saberlo. Empezó a preguntarse porque se sometía a todos y todos, porque dejaba de sentir para cumplir, porque había olvidado la letra de aquella melodía que su madre le había enseñado. Una noche llena de estrellas y cometas intento mentirme y no contarme la verdad, pero yo lo deje a un lado y me fui con su alma a bar sucio y roto, fue allí donde empezó la confesión rogadora de consuelo: -No me mires así-dijo-tengo tanto dolor como lo puedes tener tú. Llevo años creyendo en esos sueños que yo mismo me impongo para vivir, y son ellos mismos, mi aliento y voz los que me quitan el sueño y el fervor. No sé por qué me pasa tan sólo a mi.  He perdido el amor que tenia y he vuelto a comerme las uñas como hace un par de años. Me las arranco hasta sangrar, necesito calmar mi impetuosa ansiedad y dolor… Estoy desesperado. Ya no duermo.
Frank era un tipo normal pero extrañamente vanidoso, tenia en sus ojos una especie de atrayente y misteriosa aura de melancolía. Nunca llegué a conocerle de verdad. Tampoco pude decírsela, su fanática y confesora alma de tortura me lo impidió. Me quitaba las palabras, las robaba y me dejaba en silencio, un profundo y horrible silencio. Fui sus oídos. Aquel día en el bar de carretera me contó porqué ya no podía cantar la canción de amor y me dijo que guarde el secreto, jamás lo desvelaré. Pero tampoco saldrá a la luz mi respuesta, que no creo en el, que creo que es un condenado de su propia y pesada carga moral. No conocía sus recuerdos. Pero no me importan, no me excusan. Tan sólo sé que Frank se fue y jamás volví a verle, me abandonó a mi y a el bar sin poder cantar, sin poder volar. Frank es como todos los violadores y saqueadores de la verdad. Sus pupilas son grises, jamás podrán ver los rayos del sol. Quise recordarle los versos y rimas, pero yo no soy el camino. Espero que Frank pueda dormir alguna vez.
*Man with Hat (A.M.): Un tipo como Frank.

martes, febrero 08, 2011

Magda la salvaje vive en esta ciudad

"Magda vivió hasta los quince años en la selva. La retraída y dulce niña se había creído la historia que su abuela le contó: “Tú naciste con los ojos abiertos”. Magda hizo de aquella premisa su forma de vida, su meta, su aliento y fin, su trauma, sin intuir si quiera que aquello fue sacado de unos cuantos capítulos del Sr.Marquez, al cual su abuela tanto adoraba. A penas sabía leer. Magda tenía también la fantástica habilidad para creer todo, a todos y sobre todo en el olor de las cosas, una especie de mediocre sexto sentido que justificaba su propia estupidez con la inmutable cabezonería. Intentaba ver y mantener en su podrido y pobre techo las grietas donde la luz infinita que lo atravesaba era de todos los colores, naranja, amarillo, dorado… No pretendía arreglarlo. No procuraba abrir o cerrar los ojos, “ella siempre los tuvo abiertos”, y por eso no debía patear a su conciencia o intuición con dolorosas normas y leyes, no las necesitaba, su naturaleza y destino ya se habían cebado con ella dándole el poder de la poesía y cierta virtud. Hasta el día en que su vida cambió y tuvo que marchar. Ya nadie le quedaba entre aquella panda de árboles, mosquitos, garrapatas y guacamayos, y bastante picores y vientos mal curados tuvo que soportar hasta escapar de una vez. Todo el mundo había muerto, todo el mundo había partido hacia el sol, y Magda se quedó sola en su verde casa, con los ojos bien abiertos para ver si alguien, algún día, volvía a escucharle. Pero lo único que sentía era su eco, y el día que el olor de su casa cambió y llenó sus pulmones fue cuando decidió partir.

Hoy, cuarenta y cinco años después, Magda vive entre cemento, acero y ventanas, se despierta todas las mañanas y sólo cocina, pierde la memoria, duerme y caza en el supermercado. La sagrada programación, como así le llama, le regala una hora y diez minutos diarios de selva, de animales salvajes e imágenes casi reales que le devuelven el olor de su verde, de su humedad, el picor y el sudor, el sofocante calor enfermizo… Magda muere un poco más cada día.  Magda intuye lo que vendrá. Pero Magda, desterrada y salvaje alma de amor, sigue con su falsa premisa y mantiene los ojos abiertos, el olfato, contempla todo ese humo y grisáceo paisaje mientras su otra mirada, sus otras pupilas, se mantienen intactas desde su nacimiento: cerradas, a cal y canto, clavadas en su nostálgico paisaje, en su abuela, en su creencia y olor, en su esperanza, y sobre todo, por encima del bien y del mal, permanecen inmóviles adorando el mágico y predecible sueño de volver"

jueves, febrero 03, 2011

La carta que llegó hoy desde antiguas tierras de la memoria

Hoy llegan cartas en mi nombre, me escriben desde un lugar inhóspito, desde el fondo de un continente vacío y profundo, predicando palabras divinas:

“[…] Un poeta me dijo al oído que no vuelva al lugar donde fui feliz. Pero yo vuelvo todas las noches, al recuerdo, al aire, al olor, a la ceniza de mis sueños y a mi aliento, cansado pero vivo, que sopla e intenta revivir la llama casi extinguida. El poeta no sabe que no me fui, que estoy allí, que no me ha crecido el cabello ni las uñas ni el tiempo, que no es recuerdo, que es hoy, que me despierto cada mañana con su luz y sus voces. Tengo flores marchitas en mi falsa mesilla, que intento gota a gota, pétalo a pétalo renacer.  Miles de fotos y de días…  A veces creo que soy una anciana, que tengo canas y arrugas en la frente, que mi reflejo ya es de plata. He vivido mucho. He dejado mucho, me he ido demasiado. El poeta no sabe que sigo estrellas pero que todas vuelven,  me devuelven, y que los astros se burlan de mí y de mi espíritu, me ponen contra el paredón. Las ilusiones que se pierden, la esperanza que no muere, eso es lo que susurra mi viento. Y mi viento sale del movimiento de mis alas. Creo en la canción que cantaba mi padre el tanguero, que el tiempo me destruye poco a poco, y que el cerco se va cerrando cada vez más y más fuerte para atrapar y guardar mejor la palabra, el sentimiento: el retornoYo vuelvo todas las noches. Está escrito en las estrellas, el poeta no sabe que nunca me fui… Y hoy yo te escribo porque necesitaba decirlo, y porque ahora, en mi momento de lucidez, creo firmemente en ti y en mis tumbas, de odio y gloria, amor y lágrimas. Sus ojos y los tuyos son los que me van a ver caminando. Mi silueta de espaldas, el sol frente a mi, sigo las huellas de los pasos que ya di, y que hoy son el compás de la canción que entonan mis pies”
*Especie de inspiración divina que F.N. alimenta todas mis noches