jueves, noviembre 25, 2010

Mientras pensaba en John y su pelo hice el discurso del alma ansiosa

Echarás de menos el olor de la rutina, recordarás cada entresijo de tu casa, de tus manos y de tu alma. Pedirás a gritos que vuelva el dolor de lo monótono, no podrás soportar la falta de comodidad, de suavidad, de descanso, de luz tenue… Tendrás pena en cada uno de tus momentos futuros, pena por lo que no tienes y por lo que pudo ser, no podrás envejecer sin la pesada carga de lo vivido y soñado.  Deseas con todos tus huesos aquel dolor marchito del estancamiento, añoras tu hondo pozo de oscuridad y serenidad absurda dónde sólo tú encontrabas paz. Te mueres por la costumbre. Ansiedad por la última fruta de la cesta. Cada trocito de tu ingrata alma desea encontrar la seguridad en dónde no puedes encontrar nada más, necesitas esa única oferta de responsabilidad, de estabilidad. No puedes aspirar a una desconfianza nueva porque la tuya ya está asentada como eterna y segura: un truco del destino.  Tu espíritu se ha ido en forma de recuerdo de aquella persona que sabía copiar sutilmente los retales de la magia, que miraba con desdén a los demás. ¿Cómo te sientes al extrañar lo que tanto renegaste? Todo eso no me importa ni le importa a nadie. Has pasado por el camino de los sin alientos, pero tú te sigues aferrando a los respiros que tomas a cada paso.
Escribí una carta de enfado aquel día del disgusto anunciado. Fue en día aburrido de Julio. No sé porque creí aquella cosa, no sé porque me aferre a ello. La cuestión es que en mi Moleskine aparecen líneas realmente llenas de angustia y rabia. Pero eso ya no existe. Un día os enseñaré la carta y os diré la verdad de todo esto. Pero ese día no es hoy. Quizás no lo sea mañana, ni pasado. Hasta es posible que nunca llegue a ser, que esa carta nunca haya existido y que lo único de verdad en todo este cuento sea mi fantasía en forma de relatos. Soy una especie de aquel Octavio Paz que tanto repito, una especie de adjetivo exagerado de mi nombre: La sombra que arrojan mis palabras o la sombra donde Sophie se esconde.

domingo, noviembre 21, 2010

El de cómo Jeff Tweedy incita a una espiral de experiencia


"Estaba escuchando al Sr. Tweedy cuando a Marie Anne le vino a la cabeza una idea: Quería vivir una experiencia. Había escuchado hablar de ellas y empezó a creerlas. Tenía desde hace largo tiempo dependencia de las modas y los trapos sucios de la sociedad, cosa que detestaba y adoraba a la vez. Creo que es un poco como todos. Se fue a Memphis, Tennessee a buscar suerte en eso de la experiencia, que no acababa de entender del todo el significado que alcanzaba en su mente y en su corazón, pero en esa misma incertidumbre estaba el motor de todo esto.  Marie Anne sabía que su vida era un eco, le quito el valor a los jóvenes idiotas que se sirven de la desconfianza de los demás, no fue amable con ellos. Pero al igual que Bob, lo hizo porque mintió, porque ellos también le mintieron a su espíritu y no les importo la distancia del engaño  porque se aferraron a su debilidad para ello. Ella no era lo que ellos querían ni necesitaban. A menudo la gente le decía a Marie Anne: eres protectora y defensora de lo que a ti te gusta, te recordaremos siempre. Ella detestaba toda esa estupidez. Sabía perfectamente que todo eso es mentira y fruto de la superficie brillante de las cosas. ¿Qué pasa cuando uno mismo se da cuenta de su falsedad? En ocasiones no importa lo más mínimo, otras veces agrada y endulza hasta lo más amargo de probar. Pero Marie Anne no se soportaba, no tenía ni pena ni gloria, así que ante ello decidió partir. Esa no era ella, no, no. Así que abrió sus alas.  ¿Qué buscaba la gente en Marie Anne? ¿Qué había que admirar? ¿Qué buscaba ella? ¿Kilómetros, distancia, olvido? No se percató que su transporte eran sus huesos y músculos, y que aquella experiencia cambia-vidas que buscaba no llega a nada basándose en rutas y caminos. Marie Anne en realidad buscaba la verdad, y mientras recorría carreteras se iba dando cuenta de ello. Así que a esto le llamaremos espiral de la experiencia, porque en el mismo camino recorrido hacia ninguna parte, Marie Anne encontró su propia respuesta en forma de incógnita y hundimiento hacia más incertidumbre: el susurro del camino no le hace cambiar, la experiencia debe ser mental."
 
"Is never too late to turn back and fix things" (Nunca es tarde para volver atrás y arreglar las cosas) MR. TWEEDY

jueves, noviembre 18, 2010

Patricia Quinn y su teoría de la relatividad

"Patricia Quinn se preguntaba a menudo por los pensamientos y su valor. Le pasaba algo muy extraño que intentó remediar desde que se percató de ello, pero jamás pudo lograrlo. Había algo y todo eso iba de escalas: escalas de dolor y placer, de verdad y de mentira, de especialidad y normalidad. Patricia Quinn solía creer que en el mismo instante en que una idea aparece en su cabeza, en el momento en que la luz se enciende en su mente, todo aquello que se despierta y entra en forma de "pensamiento" pierde casi completamente su magia. Es como si aquel mundo que Platón predicó existiera y de forma totalmente autónoma. Ella no podía controlarlo. Teniendo en cuenta que Quinn era una chica con gran imaginación y destreza solía vivir en una constante espiral de frustración. No sé que fue de ella ni dónde está... Desapareció el día que aquel camarero se olvidó de su cena. El pensamiento que Patricia Quinn tenía nacía de su inteligencia intuitiva y que de forma consecuente a su naturaleza estaba cargado de altísimas dosis de sentimiento. Menuda pérdida de mundo el de Quinn, pensaban los doctos. La decepción a la que se sometía era constante. Ese pensamiento que curiosamente se habría demacrado a medida que su estado consciente avanzase, es a su vez, el más estable y constante que tenía. No creo que se haya rendido, pero ya ha pasado mucho tiempo. Siempre fue curioso cómo Patricia Quinn resolvía este conflicto, confiaba tan sólo en una cosa: el Universo. ¿Por que? Porque dejaba en manos de lo relativo su destino. Confía que todas sus fuerzas, en este caso sus pensamientos, lleguen a un punto donde no avancen más o menos rápido y donde todos caminen juntos para que lo único que pueda llevarlos a sus respectivos destinos de forma muy muy caprichosa, sea el tiempo. No sé que fue de ella ni dónde está, pero no creo que se haya rendido "
*Tertulia de filósofos, por María García Cabeza 
 *Patricia Quinn el último día que le vi




martes, noviembre 16, 2010

Llevo dos días con un abrigo de leopardo puesto

“ Llevo dos días con un abrigo de leopardo puesto. Esto es a lo único que me aferro últimamente. Cuando tenía 8 años aproximadamente, tuve algo similar a una gastroenteritis bastante espantosa, sobre todo para mí que era la enferma. Cuando me estaba recuperando, Susi, la amiga de mis “papás” me llamó por teléfono y me dijo: “Tengo un regalo para ti. Un gato”. Lo primero que pensé fue que si era un gato blanco, lo odiaría (todos sabemos que los gatos blancos son extraños). Por cordialidad más bien no me negué a ese tipo de agasajo: un ser vivo. Un par de días después sucedió. Yo llevaba puesto un pijama de Mickey Mouse a rayas naranjas. La puerta del patio se abrió, era de cristal pero difuminado, así que no pude ver al felino acercarse.  Susi apareció tras un brusco deslizamiento y llevaba en brazos a aquella cosa, el gato. No era blanco, ni mucho menos: negro y gris, a rayas como un tigre. Me quede impactada. Llegué a tener dieciséis gatos durante mi infancia* pero ninguno era como él. Recuerdo como nos miramos sin mediar palabra, y el resto ya es sabido. Primero le llame Elio, pero no le gustó ese nombre. Luego Octavio, pero sonaba más que anticuado. Llevó ese seudónimo durante largo tiempo,  mi  padre hasta le hizo un cajón-cama con su nombre pintado en color violeta. Pero seguía todo sin cuadrar. Finalmente, la idea de “Po” gustaba pero no era del todo especial y adecuada. Todo se encamino hacia la genialidad: el tratamiento de Sr. fue lógico y consecuente de su naturaleza, de su andar de pantera, su nariz ancha y su dominio frente a las otras gatas. Así conocí al Sr. Po.

Quizás me he comprado este abrigo por el Sr.Po, o por simple capricho. La cuestión es que todos estos barcos llegaron a mi puerto.  Lo llevo puesto con el pijama por debajo porque soy una neurótica y me pregunto si los felinos cambian o no las vidas, para siempre, por un par de horas, minutos o segundos. La cuestión es que algo cambie una vida. Creo firmemente que la falta de significado en las cosas hace que las personas creen su propio sentido. Olvidaré lo de los felinos, vosotros utilizaréis vuestra propia metáfora. Todo va de recuerdos y las  imágenes que tenemos de ellos. Los míos son en blanco y negro y anticuados y espero que la gente los adorne como yo. Constantemente en cambio, constantemente me cambian. En realidad ni sabemos qué es lo que cambiamos. Todo lo que estuvo en las tinieblas sale a la luz. Y todo lo que está en la luz, estará en las tinieblas.


*Kissy Kissy de The Kills, aunque podría perfectamente llamarse Kitty Kitty





















"Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando." (Miguel de Unamuno)

*Datos correspondientes a un periodo de tiempo determinado (**)
**Sí, dieciséis gatos a la vez.

lunes, noviembre 15, 2010

Mis memorias a los 22

Lo primero que me viene a la cabeza: esto no es una carta de presentación. Tampoco un testimonio. No me importa nada de eso y no pretendo que me digáis nada. Ni que creáis en mí. ¿Quién dijo que esto se trata del ser honesto? Quizás tenga un poco de vuestra voz en mis líneas, pero no las vais a oír como la gritáis. Yo os estoy escuchando desde mi ventana, reconozco cada uno de vuestros sonidos, cada uno de los timbres. Pero no me convertiré en un mártir por mucho que me pese el anillo del destino. Mis palabras son susurros y yo soy la sombra de ellos, Octavio Paz me enseñó bien. Toda la gente que me interesa es la misma a la que escucho, y el resto de personas tienen más influencia en mí que ellos. Es por eso que os digo que no confiéis en mí. La melodía a la que sigo es un intento de creación demasiado improvisada. No soy más que un cuentacuentos que vive una realidad paralela inexistente, que ve vida en todo, que ve abismos en muros de hormigón, que ve chispas en las pupilas grises de la gente, y que cree en la palabra. Ni siquiera puedo hacerlo de la forma anticuada a la que tanto anhelo… mi lado triste lo impide. Demasiado profesional y miserable intento ser.  ¿Será verdad eso de que necesito el sí desde arriba, abajo y todos los lados? No sé porqué pregunto si ya todos sabemos la respuesta.
Os contaré las historias de mis dedos, me las contaré a mí misma. Pero no os puedo prometer nada, ni siquiera esas historias. No os garantizo ninguna verdad. ¿Es acaso eso lo que buscamos? Aquí no encontraréis objetividad más que la de vuestras propias creencias.




*La película de Sophie (12 de Enero de 1988)




Este blog va dedicado a las María's, Laura's y Carmen's del espacio que llegan telepáticamente a mis oídos, las tres voces que cambian vidas.