domingo, mayo 29, 2011

Declaraciones de un artista desterrado


"¿A alguien importa, acaso, donde van los rayos de sol? ¿Y entre tanto confabulador deprimido... dónde están las historias reales? A más de uno veo con ganas de morir antes de tiempo nena, antes de que ellos mismos conozcan la hora de su sentencia. Ven restricciones en cada paso que dan los pies del universo, y sus corazones aun guardan sitio para algo peor. Han contaminado cada estela de felicidad espontánea, simple y pequeña, con auras de denigración emocional, han ultrajado aquel don llamado vivencia y lo han cambiado por un sufrimiento silencioso y disfrazado de elocuencia, porque no son capaces de vivir una historia sin pensamientos cobardes. Ellos coexisten. A mi me llaman idealista, pero en realidad ellos lo son. Se disfrazan de espíritu crítico y así idealizan pésimamente un mundo que no existe, que se inventan para justificar su falta de valor y sangre, para sacrificar a quién se ponga por delante y convertir en mártires a todo y a todos. Han convertido todos los libros y las flores en pesadillas que no les dejan dormir tranquilos. Sienten picor que no pueden rascar, y no son capaces de ver a sus espaldas. Algunas almas tampoco lo son, pero no les importa, conocen cómo funciona en realidad el dolor. Mira querida, esa gente tiembla y siente miedo de sus sombras, porque no se fían de la luz, ni de la suya propia, y quienes no creen en la luz no conocen la virtud, eso de lo que Nietzsche tanto hablaba.  No hago alusión a luces celestiales, sino a caminos que se abren con el resplandor de las almas y espíritus valientes, que jamás creerán en la calamidad del mundo entero, puesto que aunque la ven, también saben soñar. A algunos les avergüenza decir esa palabra, se sienten ridículos. ¿Acaso eso ya no lo explica todo? Yo los he oído reír, ¿sabes? Y no pueden hacerlo de verdad. Aquellos a los que no les importa donde va el sol, porque no lo ven. Y si algún día les importa, será porque sus pupilas se engrumecerán con la crueldad de la tormenta donde no saben moverse, no encuentran valentía.
Te hablo de dos tipos de personas. 
Quienes están seguros de su virtud, sabrán apreciar en todo caso lo que vale una gota de lluvia y un rayo de luz. Los que no, podrán verlos, pero nunca podrán serlo. Y eso es lo que quería decirte.

John B. "Sunshine" escribió estas declaraciones en mi Moleskine la madrugada del 17 de Agosto de 1995. A la mañana siguiente, John se marchó. 

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viernes, mayo 06, 2011

La señora de la calle que me habló sin voz



Imaginé que:
"Una señora me dijo por la calle que mi profesora era formidable y que su única y sabia lección me la enseñaría tras la prueba. En ese momento me sentí en un pequeño grupo de privilegiados que aprovechan la vitalidad que la propia conciencia da, sin rodeos, que nace de la lucidez de una mente completa. Mi profesora la desconozco en su totalidad, pero puedo intuirla. Vosotros tenéis la vuestra propia. Consecuentemente de cierta luminosidad emocional y racional me siento parte de muchas ciudades, me emociono y apasiono con la autenticidad de éstas. También me pasa con las palabras, y la lista de libros que tengo por leer. En general, me pasa con todo. Siento miles de voces cantándome al oído, ya os lo dije una vez, a veces las distingo pero otras tantas me confundo. En fin, ¿quién sabe cual es mi naturaleza más que ella misma? No tengo dudas. En la reflexión de los ecos se escucha la tenue voz de la inteligencia intuitiva, aquella que los apagados callan con sus propios dedos.  Esta intuición trae luz, luz que inspira y grita a Dioses y demonios, que aplasta criterios y crea nuevos seres.
Y yo llevo días atemorizada pero escuchando un latido de fondo, por aquel mensaje de la señora de la calle, y por el mismo que esas palabras desprenden sin quererlo, y de ahí otros, y todos lo que quiera escuchar, todos los que pueda inventar, pero tan sólo uno que puedo intuir y no conozco. Eso significa que no lo veo, que no lo escucho, que únicamente lo respiro en soledad. Aquello que si se dice desaparece, que si se explica no se entiende y que si se pasa se congela. Eso es lo que creo que me hizo la señora de la calle, me regaló la palabra intuición.
Pero fue sólo mi imaginación.